Soy bibliotecaria en Puerto Rico y sobreviví el Huracán María. Esta es mi historia.
Una bibliotecaria puertorriqueña que tiene una historia personal con los huracanes describe la realidad brutal que vive esta isla caribeña, a más de un mes del paso de María.
Los temporales siempre han sido un tema de interés para mí, ya que nací en septiembre de 1960 durante el Huracán Donna por Puerto Rico. A su paso dejó más de cien muertes en el municipio de Humacao, donde actualmente soy bibliotecaria en el recinto local de la Universidad de Puerto Rico.
En el 1990 Israel Matos, director del Servicio Nacional de Meteorología, en San Juan, me dijo que, “El trópico es impredecible”. Este comentario aumentó mi fasinación por las tormentas. Y al día de hoy, todavía se están experimentando los impactos brutales del Huracán María a más de un mes de su paso, y para los puertorriqueños este dicho nos parece más acertado que nunca.
Ahora tengo, no sé si el honor, sino el deber de contar, en primera persona, cómo es vivir las consecuencias de una temporada de tormentas histórica para el Caribe.
Crisis académica
Desde la tormenta no he podido regresar a la biblioteca, mi lugar de trabajo. Es el edificio más grande del campus Humacao, con 88,000 pies cuadrados y tres niveles, y sufrió grandes daños.
Todo está contaminado de hongos – incluyendo las colecciones que cuido – y el sellado del techo fue arrancado por la tormenta. El mobilario y las computadoras se deben reemplazar, entre otras pérdidas.
El informe general de daños de la Universidad de Puerto Rico revela que la infraestructura en los once recintos del sistema ha experimentado pérdidas considerables. El campus de Humacao, ubicado en el área este de la isla, ha recibido los mayores daños, calculados en más de US$35 millones.
En el recinto de Río Piedras, por ejemplo, los estudiantes solo completaron una semana de clases este año, porque el campus se encuentra semi-cerrado desde el paso del Huracán Irma el 6 de septiembre. Se espera que los estudiantes regresen el 31 de octubre.
A cinco semanas del Huracán María, ya todos los recintos ya han divulgado su calendario académico y ya se están reanudando las clases, aunque en algunos campus el primer semestre finalizará en enero.
Cultura de catástrofe
El 20 de septiembre, durante 30 horas María azotó a Puerto Rico con 20 pulgadas de lluvias y fuertes vientos de 155 mph.
La situación humanitaria resultante ha sido ampliamente reportada en el mundo exterior: el 80% de la isla sigue sin luz y no hay agua potable suficiente. Los medios de comunicaciones – radio, televisión, telefonía y conexión de internet – tienen una lenta recuperación, habiendo quedado casi inexistentes.
De todas maneras, la elaboración de este reportaje me costó más de dos semanas, entre buscar lugar donde cargar mi computadora y tener acceso a la internet suficiente para investigar los datos relatados aquí y, al final, poder enviar un archivo por email. Eventualmente descubrí un Starbucks con electricidad y wifi. En Puerto Rico hoy, nada resulta fácil.
Lo que no se ve, desde afuera, es que se ha creado también toda una cultura alrededor del catastrófico Huracán María. Es una cultura con rasgos precisamente catastróficos, una de escasez material, trauma emocional, crisis económica y desastre ambiental.
Los puertorriqueños, familiares y amigos en la diáspora, estamos ante otro modo de vivir.
Hoy Puerto Rico se encuentra en circunstancias alejadas de lo que se denomina como una “vida normal”. Se estima que más de 100,000 viviendas y edificios fueron destruidos en la tormenta y casi noventa por ciento de la infraestructura se encuentra afectada o destruida. Hay una ausencia no solo de energía eléctrica y agua, sino también de carreteras y puentes, fuerzas de seguridad y servicios médicos.
Es peligroso salir por la noche. Se ha levantado el toque de queda, pero sin electricidad, semáforos ni policía, no es seguro caminar o manejar después del anochecer.
El número de desaparecidos varía mucho, con las autoridades reportando entre 60 y 80, y bien podría seguir subiendo por las condiciones peligrosas y servicios de salud limitados. Estamos bien conscientes de que este escenario se presta para que surjan posibles epidemias como leptosprisosis y cólera. Esta inseguridad se incrementa observando la evidente demora y acción de las agencias federales a cargo de la emergencia.
La vida tampoco es normal por la gran incertidumbre con que enfrentamos nuestro futuro. Ahora se está viviendo el estrés postraumático que traen las situaciones mayores como ésta.
La vista desde aquí
Sin duda alguna, el Huracán María cambió la historia moderna de Puerto Rico. Para quienes se interesan por estas cosas, la última tormenta que hizo algo semejante fue el huracán San Felipe II, en el 1928.
Esta gran tormenta, conocida en los Estados Unidos como el Great Okeechobee Hurricane, fue tan demoledor que básicamente propició a que Puerto Rico y Florida entraran en la Gran Depresión un año antes que el resto del país.
De alguna manera, los puertorriqueños estamos preparados para este desafío, ya que la historia de la isla ha tenido muchos periodos de incertidumbre. Puerto Rico nunca ha tenido un gobierno soberano. Siempre ha estado vinculado a un estado político mayor – a España desde su colonización en 1508, y a los Estados Unidos desde la invasión de 1898.
Se suele denominar a nuestro país “el caso de Puerto Rico”, y los puertorriqueños, unos más y otros menos, llevamos más de un siglo por entender que nuestras relaciones políticas con los Estados Unidos no son nada sencillas. La inacción de la administración de Donald Trump nos ha recordado de esto una vez más.
Tiempos de incertidumbre
Al advenir el huracán ya Puerto Rico tenía incertidumbre ante otro fuerte embate, una quiebra fiscal del gobierno. La cifra real en pérdidas financieras aquí en la isla – de trabajos perdidos, pensiones disuletas y éxodo de gente – sobrepasa la cantidad en billones de la deuda atribuida, oficialmente $123 billones.
Ahora en conjunto con María, esta crisis repercute en todos los niveles de la sociedad. Solo nos podemos preguntar, ¿Y ahora qué?
Creo que todos estamos ante la incertidumbre. ¿Cuál es la solución? ¿Cuánto tomará la recuperación? ¿Cuáles cambios beneficiarán? ¿Qué extrañaremos? ¿Volveremos a ser los mismos?
Entre esta preocupación y confusión, algunas cosas sí se han vueltas más claras. En esta isla verde, el hurucán arrasó y defolió miles y miles de árboles. Ahora se ve más del cielo, se distinguen casas que no se veían, reconocemos personas y lugares que antes no identificábamos.
Hay un grafiti que ahora se ve por la isla, firmado por alguien que se identifica como “JC”. A los puertorriqeuños nos recuerda, casi con esperanza, que “Detrás de los árboles vive mucha gente”.
Un entorno nuevo ha surgido luego del huracán, árboles y plantas renaciendo. Pasará el tiempo y observaremos cómo esta incertidumbre también pierde su forma y se convierte en un nuevo modo de vivir para todos los puertorriqueños: los insulares, la diáspora, los familiares, los amigos.
Read in English.
Evelyn Milagros Rodriguez es miembro del Sierra Club.
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