¿Marchar o migrar? Para los jóvenes en Venezuela, esa es la pregunta
A medida que la democracia colapsa, los jóvenes venezolanos deben decidir si unirse a la resistencia o construir sus vidas en el extranjero.
Las marchas contra el gobierno de Nicolás Maduro están en su tercer mes, con personas manifestándose diariamente por las calles de Caracas, Maracaibo, San Cristóbal, Valencia y muchas otras ciudades.
Vestidos con camisetas y sombreros rojo-azules y amarillos o envueltos en la bandera venezolana tricolor, los jóvenes, las mujeres y los jubilados, demuestran por miles carteles que dicen “¡No disparen!” Y gritando: “sí se puede, sí puede”, “Nuestra arma es la Constitución” y “¿Quiénes somos? ¡Venezuela! ¿Qué queremos? ¡Libertad!”
Al menos 90 personas —incluyendo transeúntes y fuerzas de seguridad— han muerto en los manifestaciones de participación democrática que comenzaron en abril. Entre los muertos está un manifestante de 17 años, a mediados de junio, y un hombre de 25 años de edad el 4 de julio en Tariba.
La una vez llamada la generación dormida, los venezolanos nacidos en los prósperos y democráticos años ochenta, están ahora muy despiertos. A medida que las condiciones de vida pasan de precarias a intolerables, se enfrentan a una decisión crítica: ¿se quedan o se van?
El amargo fin del chavismo
Desde la elección de Maduro como presidente, en 2013, el país ha sido un laboratorio de fallidas políticas públicas. El socialismo del siglo XXI —sistema económico, social y político establecido por Hugo Chávez, hace 15 años— ha demostrado ser inadecuado para la gestión del país. Además ha conducido a la polarización de la sociedad, a exacerbar la violencia y ha truncado los sueños de la población venezolana.
Miles de venezolanos se han marchado del país buscando una vida mejor. Venezuela no difunde públicamente información sobre emigración, pero las estimaciones sugieren que entre 700,000 y 2 millones de venezolanos han emigrado desde 1999. Eso deja a la mayoría de los 31 millones de los venezolanos en el país, ya sea por elección o por necesidad.
Ahora se lucha por el futuro del país marchando todos los días, a pesar de saber que este gobierno está tratando de silenciar la disidencia mediante el uso excesivo de la fuerza.
Los jóvenes profesionales van a trabajar cada día (si todavía tienen trabajo) para poner comida en la mesa; y planear anticipadamente lo que podrían hacer en una futura transición pactada, que muchos ven como la forma más probable de salir del caos actual.
Las aspiraciones de la juventud venezolana
El tema de la emigración estaba en mi mente en 2016 cuando realicé una investigación sobre las aspiraciones y expectativas de los estudiantes que deben graduarse en la Universidad Central de venezuela, en el año académico 2017- 2018. Entrevisté a 360 estudiantes de nueve facultades universitarias, desde ingeniería a medicina.
La encuesta anónima, que circuló en los medios de comunicación social y entre los profesores, preguntó a estos jóvenes venezolanos sobre su bienestar individual, planes post-universitarios y si tenían la intención de emigrar.
De los encuestados, el 62% eran mujeres, el 72% tenían 24 años o menos, el 92% eran solteros y el 83% seguía viviendo con sus familias.
El informe final, Aspiraciones Individuales y Opciones de Migración Internacional de Estudiantes en la Universidad Central de Venezuela, debe publicarse en julio de 2017 en la Revista Educación Superior y Sociedad.
Los resultados indican que el 65% de los estudiantes no están viviendo la vida que les gustaría llevar, no creen que sus circunstancias de vida sean buenas y no están satisfechos con su situación actual.
Algo tal vez sorprendente para las personas de esa edad, es que el 100% dijo que saben lo que quieren en el futuro y tienen un plan de vida en mente. Si no lo logran, el 90% expresó que abandonaría Venezuela, la gran mayoría de ellos para escapar del terrible clima psicosocial del país y su polarización política.
Un estudiante de derecho de sexo masculino de 23 años, que se graduará en 2018, dijo que “no se puede vivir sin esperanza… pasando hambre, con sueldos miserables, mientras se regala el dinero de los venezolanos a otros países alegremente, nosotros estamos sin protección alguna.”.
Una estudiante de ciencia de 22 años, también de la clase de 2018, dijo: “El crimen y las limitaciones económicas me afectan considerablemente… vivir así no cubrirá mis expectativas”.
Rescatar el futuro
Estos hallazgos difieren enormemente de una encuesta realizada en el 2013 por el Ministerio de la Juventud, cuyos resultados señalan que solo el 23% de los jóvenes quería salir de Venezuela.
Curiosamente, no se han publicado nuevos resultados desde 2013. Solo se puede suponer que esta encuesta gubernamental no se ha hecho desde entonces, o que los resultados (desfavorables) no han sido publicados.
En 2014, el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello estudió la participación democrática de la juventud venezolana. Los investigadores encontraron que el 27% de los entrevistados había considerado emigrar en algún momento, principalmente para mejorar su situación económica o para continuar sus estudios.
Hoy, los resultados provenientes de mi encuesta y las cifras (ciertamente imposibles de confirmar) sobre la inmigración venezolana, y los solicitantes de asilo indican que actualmente la mayoría de los jóvenes quieren salir del país.
Muchos de los que se han quedado están luchando por el futuro del país. Entonces, ¿por qué tantos de ellos todavía están aquí?
Muchos de los que se han quedado están luchando por el futuro del país. Aquellos que se enfrentan a balas de goma y gas lacrimógeno todos los días están marchando por los que se han ido, por los desilusionados, verdaderos creyentes de este proyecto político, por los defraudados y los hambrientos y los atormentados por la pobreza.
Como el destacado pensador venezolano Moisés Naim escribió en El País, el pasado 13 de mayo: “La lista de fracasos del régimen de Chávez es larga y los venezolanos lo saben; el 90% de la población repudia a Maduro”.
Hay límites prácticos para no aventurarse. No todos los que quieren emigrar tienen los medios para hacerlo o algún lugar donde ir.
Mi estudio mostró que los jóvenes de Venezuela consideran irse porque ven que las oportunidades de vivir, trabajar y alcanzar sus sueños, en el país, son escasas. Las posibilidades de vivir una vida buena y satisfactoria, piensan, son mejores en el extranjero.
El venezolano de 25 años o más que vive actualmente en los Estados Unidos ha tenido una media de 11 años de escuela completada, dos años más de educación que el promedio de los que viven en Venezuela. Quizás los jóvenes de aquí saben que su nivel de educación no necesariamente los ayudará para alcanzar el éxito en otras naciones.
Como escribió el columnista Carlos Jesús Rivas Pérez en un polémicoartículo de junio de 2016: “Para aquellos que quieren salir de Venezuela, ¡déjenlo! Pero sin título”.
Los venezolanos que han permanecido, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, marchan por el país que alguna vez conocieron y por las cosas que ya no tienen, protestando contra la desintegración social y económica de Venezuela y profundizando en su derecho a protestar, reunirse y expresarse.
Emilio Osorio Alvarez does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organization that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.
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