La protección estricta del Amazonas fomenta la productividad agrícola en Brasil

Jair Bolsonaro dice que las protecciones medioambientales entorpecen el desarrollo rural en Brasil. En realidad, las leyes que eviten la deforestación del Amazonas ayudan a los agricultores.

Author: Rachael Garrett on Dec 05, 2018
 
Source: The Conversation

Jair Bolsonaro, el nuevo presidente de Brasil, deberá tomar varias decisiones importantes durante su mandato de cuatro años: cómo enfrentar la violencia, por ejemplo, y estimular una economía estancada.

Estas decisiones tendrán un gran impacto sobre los brasileños, que salieron seriamente divididos después de la elección polémica de este populista de extrema derecha.


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Algunas de las decisiones de Bolsonaro afectarán a todo el planeta, en específico, su intención de disminuir la protección medioambiental del Amazonas.

El futuro incierto del Amazonas

El Amazonas es la selva tropical más grande del mundo y un gran exportador de alimentos.

Además, la cuenca del Amazonas proporciona las precipitaciones que sustentan las tierras de cultivo del sur de Brasil, fuente alimentaria de importancia mundial. La devastación de esta selva podría provocar sequías a gran escala en Brasil, causando pérdidas agrícolas por todo el país.

Se estima que entre 1985 y 2017 el 9% de los bosques amazónicos desaparecieron, lo que redujo su capacidad para absorber las emisiones de carbono, responsables del cambio climático. La deforestación se debe sobre todo al desbroce del terreno con fines agrícolas, especialmente a la cría de ganado.

La producción ganadera del Amazonas en Brasil posee un escaso margen de beneficios, lo que también requiere una gran cantidad de terreno para el pastoreo. Ambos factores conllevan una deforestación continua e ilegal por parte de los agricultores para ampliar sus pastos.

Actualmente el 12% del Amazonas brasileño, más de 37 millones de hectáreas, se utiliza principalmente para la ganadería, además de para la agricultura y la producción de soja.

La deforestación disminuyó de manera importante entre 2004 y 2014 gracias a las medidas de protección del medioambiente que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva aprobó en 2004. El Partido de los Trabajadores acabó con el desbroce ilegal del terreno del Amazonas y convirtió a Brasil en el líder mundial de la protección de la selva tropical.

A pesar de ello, la deforestación amazónica ha vuelto a crecer recientemente.

El presidente brasileño Michel Temer, un conservador que empezó a gobernar en 2016 durante una fuerte recesión, suavizó el cumplimiento de la legislación federal en contra de la deforestación, recortó el presupuesto del Ministerio de Medio Ambiente e impulsó la minería en el Amazonas.

Los datos de satélite revelan que, entre agosto de 2017 y de 2018, se destruyó casi medio millón de hectáreas de la selva amazónica, el mayor índice de deforestación desde 2007.

El nuevo presidente de Brasil. AP Photo/Silvia izquierdo

El presidente electo Bolsonaro también prometió más recortes en las medidas medioambientales de Brasil, afirmando que la conservación federal y las multas a deforestadores entorpecen el crecimiento económico.

Propone eliminar la protección de los territorios indígenas que defienden los bosques de los promotores inmobiliarios y reducir las multas por desbroce ilegal del terreno.

Bolsonaro también quiere suprimir el Ministerio de Medio Ambiente de Brasil, que hace cumplir la legislación medioambiental.

Innovación en la agricultura brasileña

El programa liberalizador de Bolsonaro recibe el apoyo de la Bancada Ruralista, un influyente grupo de Congresistas que defienden los intereses de la industria agropecuaria de Brasil.

Una investigación reciente demuestra que la estricta legislación medioambiental de Brasil sí ayuda a los agricultores del Amazonas, a pesar de la postura del grupo de presión en contra de la regulación.

El gobierno federal de Brasil aplicó una gran cantidad de métodos para reducir los incentivos de los agricultores del Amazonas que promueven el desbroce del terreno. Eso ha producido un incremento de las sanciones por deforestación, lo que ha encarecido la creación de nuevos campos de pastoreo.

Al mismo tiempo, también ha proporcionado ayudas estatales y financiación a bajo coste para los agricultores que usaron prácticas sostenibles.

Estas políticas fomentaron las innovaciones que hicieron la tierra de cultivo del Amazonas mucho más productiva. En un estudio que se publicó en octubre en el periódico Global Environmental Change, mis compañeros y yo descubrimos que la producción de alimentos en el Amazonas ha aumentado considerablemente desde 2004.

Los agricultores del Amazonas actualmente siembran y cosechan dos cultivos (principalmente soja y maíz) al año en vez de uno.

Este estudio revela que el terreno de “doble cultivo” en el estado brasileño más agricultural, Mato Grosso, pasó de 340.000 hectáreas en 2001 a más de 4 millones de hectáreas en 2013, gracias a la mejora de la legislación medioambiental.

Agricultores más ricos

El estudio también demuestra que la regulación del medioambiente del Amazonas brasileño ha contribuido a la mejora de la agricultura de otras maneras.

Una mejor gestión de los pastos en el estado de Mato Grosso elevó el número de ganado sacrificado al año por hectárea al doble, lo que supuso para los propios agricultores una mayor producción de carne (y un mayor beneficio).

Los granjeros que también añaden la cosecha a los pastos cuadruplican su producción de ternera, ya que los animales que crecen en un sistema de cultivo y de ganado integrado ganan peso más rápidamente. Esto evita la deforestación de los bosques amazónicos.

Estas técnicas de ganado sostenibles también reducen los gases de efecto invernadero que se asocian con la producción de ternera y de cuero. Las vacas mejor alimentadas se sacrifican antes, lo que se traduce en menos eructos por vaca y menos emisiones de metano.

La progresiva protección del medioambiente en Brasil incluso ha animado a otras empresas que trabajan en el Amazonas a utilizar técnicas más sostenibles.

Desde 2006, cientos de multinacionales madereras y de alimentos, como Cargill y Nestlé, han adoptado «compromisos de no deforestación», que garantizan no favorecer a los agricultores que promuevan la deforestación.

Estos acuerdos comenzaron en el Amazonas brasileño y ya se han extendido a todos los bosques del mundo, incluidas las selvas tropicales de Indonesia y Malasia.

La legislación brasileña obliga a los agricultores del Amazonas a no utilizar más del 20% de su terreno y les obliga a registrar su propiedad de manera federal para su supervisión. Además, ha facilitado que las empresas de no deforestación puedan rechazar a productores que talen árboles.

Salvar el Amazonas

Una gran protección del medioambiente es necesaria para salvar el Amazonas, ya que protege a Brasil y al planeta de la pérdida de este hábitat tan importante y frágil.

Si el nuevo presidente de Brasil destruye las leyes medioambientales, las empresas dejarían las normativas de no deforestación del Amazonas. Esto se propagaría en hábitats amenazados en todo el mundo.

Además de ser beneficioso para el negocio, la protección del Amazonas brasileño ayuda a que el país siga siendo una fuente alimentaria mundial.

Si Bolsonaro abole todo esto, no solo pone en peligro una selva tropical legendaria, sino que perjudicará a los agricultores brasileños, así como a los consumidores mundiales que dependen de ello.

Rachael Garrett has received funding from the Gordon and Betty Moore Foundation, the US National Science Foundation, and the US National Aeronautics and Space Agency.

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