Después de un desastre: enviar ayuda a donde más se necesita

Los miles de millones de dólares que se dan como ayuda cada año para aliviar los daños generados por terremotos y huracanes tendrían mejores efectos si no se concentraran en determinados puntos.

Author: Johanna Amaya Leal on Oct 03, 2018
 
Source: The Conversation
La escena en Indonesia después del terremoto del 1 de octubre. AP Photo/Tatan Syuflana

Después de costosos y mortíferos desastres como el terremoto y tsunami que cobraron la vida de más de 1.400 personas en Indonesia el 28 de septiembre, llegan grandes cantidades de suministros como ropa o comida – ya sean estos necesarios o no. Del mismo modo, se presenta una multitud de personas que llegan para prestar su apoyo.


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Pero al analizar las respuestas a varios desastres, incluidos los huracanes María y Harvey y los terremotos de Ecuador y Nepal, he observado el mismo problema una y otra vez: llega demasiada ayuda a algunas áreas, mientras que otros lugares carentes de todo lo esencial obtienen poca o ninguna asistencia.

Ayuda desigual

Cuando las agencias que proveen asistencia durante desastres se movilizan, muchas de estas deciden a dónde ir en función de lo que han escuchado a través de los medios de comunicación o de sus fuentes en el área. La mayoría de las veces, estos grupos no coordinan entre sí, lo que significa que con frecuencia convergen en las mismas zonas.

A menudo, eso significa que las áreas remotas que podrían necesitar mayor ayuda, no tengan la suficiente. Este fue el caso de muchas personas ubicadas en las zonas montañosas de Puerto Rico, después del huracán María que impactó la isla.

Las Organizaciones Nacionales Voluntarias Activas en Desastres han encabezado un gran esfuerzo para solucionar este problema desde su comienzo, en 1970. Operaciones Logísticas, un grupo de organizaciones de las Naciones Unidas que trabajan para mejorar las respuestas humanitarias internacionales de emergencia comenzó a desempeñar un rol similar rol en todo el mundo en el 2005.

Desafortunadamente, los grupos no siempre informan a estas organizaciones cuando responden a un desastre. Su participación es voluntaria por completo. Cuando se les pide a los grupos que respondan a una necesidad, eso no significa que otros no estén ya trabajando allí.

Mis colegas y yo hemos descubierto que una de las razones para que ocurra esta duplicación continua de esfuerzos es el impulso entre los grupos de asistencia para proporcionar cobertura mediática sobre en el terreno, lo que es poco probable que suceda cuando prestan socorro en áreas remotas.

Bolsas de alimentos preparadas por la Houston Impact Church para familias afectadas por el huracán Harvey. Diana Ramirez / Rensselaer Polytechnic Institute, CC BY-NC-SA

Subdivisión

Creo que hay un enfoque que podría funcionar: pedir a todos los grupos que informen a un coordinador de respuesta local. Y este podría asignarlos a las áreas donde sean más necesarios.

El coordinador local o la autoridad a cargo de la respuesta subdividiría la zona del desastre asignando a cada grupo de socorro un área en la que operar, teniendo en cuenta la capacidad de estas organizaciones y las verdaderas necesidades sobre el terreno.

Eliminar la duplicación de esfuerzos implicaría un mejor rendimiento de los muchos grupos dispuestos a ayudar; entre estos se encuentran las asociaciones comunitarias y las empresas. Pero estas necesitan mayor orientación para marcar una diferencia razonable.

Grupos de asistencia cargan muebles nuevos donados a los sobrevivientes del huracán Irma en Chokoloskee, Fl.

Algunos ejemplos del trabajo que estas realizarían incluyen la distribución de alimentos, medicamentos, productos de limpieza y tarjetas de regalo, así como también las herramientas y el entrenamiento necesarios para empezar a reconstruir.

Este método, como toda planificación de respuesta y planeamiento, debe comenzar mucho antes de que ocurran los desastres. Para planificar estas tareas por anticipado es necesario saber mucho sobre cada grupo y sus capacidades de antemano. Pero esto no es tan difícil como pudiera parecer.

Cuando PACIV, una empresa privada de ingeniería con sede en San Juan, Puerto Rico, comenzó a trabajar en respuesta a los huracanes en la isla, notó que la mayor parte de la ayuda se enviaba siempre a las mismas áreas.

La compañía movilizó a su propia fundación para ayudar a las personas que estaban en las zonas más aisladas que necesitaban tratamiento médico, medicamentos recetados y generadores eléctricos para diálisis y otros medios de supervivencia en aquellas condiciones. PACIV utilizó su propios recursos y personal para identificar las áreas con mayores carencias, recolectar donaciones en efectivo y entregar los suministros requeridos.

A mi criterio esta experiencia es una evidencia de que más grupos y compañías locales podrían desempeñar un papel más trascendental después de la ocurrencia de los desastres, en especial, si las respuestas oficiales fueran mejor coordinadas.

Johanna Amaya Leal recibió fondos de la National Science Foundation para la investigación que realizó para este artículo.

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