Frente a movilización masiva para el aborto legal en Argentina, la Iglesia católica modera su tono

El 8 de agosto el Senado argentino vota sobre la legalización del aborto. Es una coyuntura incomoda para la Iglesia católica, que se opone a una reforma social que apoya una gran parte de sus fieles.

Author: Verónica Giménez Béliveau on Aug 06, 2018
 
Source: The Conversation
There's widespread popular support for legalizing abortion in Argentina. An abortion rights bill passed the lower house of Congress in April and faces a Senate vote on August 8. AP Photo/Jorge Saenz

Sólo en tres países de América Latina el aborto es totalmente legal: en Cuba desde 1965, en la Ciudad de México desde 2007 y en Uruguay desde 2012.

En Argentina, como en la mayoría de las naciones en esta región católica, el aborto está penalizado. Desde 1921 se permite el procedimiento solo en caso de violación o si está en riesgo la vida o la salud de la mujer.


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Abortar en otra circunstancia es un crimen que puede resultar en una pena de uno a cuatro años de prisión, tanto para la mujer como para el médico que la ayuda.

Este régimen punitivo podría estar por cambiar. El 8 de agosto, el Senado argentino votará sobre un proyecto de ley, ya aprobado por la Cámara de Diputados, que legalizaría el aborto. Esto ha puesto a la poderosa Iglesia católica argentina, mi área de estudio academico, en una posición incómoda pero bien familiar: estar moralmente, doctrinalmente y teológicamente en contra de un cambio social con apoyo popular.

‘Todas conocemos a alguna amiga cercana que abortó’

El debate sobre el aborto en Argentina surgió del reconocimiento de una verdad tabú: penalizar algo no quiere decir que no exista.

Se estima que en Argentina hay entre 350.000 y 450.000 abortos anuales. Más allá de los números, casi todas las mujeres aquí conocemos a alguna amiga o familiar cercana que abortó.

En Argentina la mortalidad como consecuencia de abortos clandestinos es una de las primeras causas de muertes maternas. Se cuentan entre 50 y 94 muertes anuales como resultado de un procedimiento ilegal, de un todo de unas 300 muertes maternas.

Por casi un siglo, la Iglesia católica fue el principal obstáculo al debate público abierto sobre el aborto, equiparando aborto a asesinato, alineándose con las facciones más conservadoras del Vaticano.

El catolicismo es una fuerza social y política históricamente muy importante en Argentina. Si bien no es la religión oficial del país, el 77 por ciento de la población es católica, el 9 por ciento es evangélica y el 11 por ciento no se identifica con ninguna religión.

La Iglesia argentina defiende el matrimonio indisoluble entre varón y mujer, hasta oponerse a la sanción de la ley de divorcio en 1987 y de matrimonio igualitario en 2010. La Iglesia luchó sistemáticamente contra dos leyes que en 2002 legislaron la educación sexual en las escuelas y la distribución de métodos anticonceptivos en hospitales públicos. Logró incluso frenar la distribución de métodos anticonceptivos en ciertas provincias.

Qué dice la iglesia frente al debate

Ahora, debido a la persistencia y popularidad de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que empezó en 2003, la Iglesia tiene que decidir cómo reaccionar a una posible reforma social que tiene gran aprobación social.

Antes del voto de la Cámara de Diputados en abril, en Buenos Aires, en los alrededores del Congreso, una multitud compuesta mayoritariamente por mujeres y jóvenes, calculada en 500.000 personas, festejaba agitando sus pañuelos verdes, símbolo de la Campaña por el Aborto Legal. A nivel nacional se estima que un millón de argentinas y argentinos marcharon a favor de la legislación.

La ola verde fue aplastante. Según fuentes ligadas a la Campaña, jugó un rol importante en la decisión final de algunos diputados indecisos. El proyecto fue aprobado finalmente, 129 a 125.

Ahora la ley se debate en el Senado, la más conservadora de las dos cámaras legislativas argentinas. La movilización se espera aún más masiva, y las chicas de los pañuelos verdes quieren volver a festejar, esta vez la sanción de la ley — aunque según periodistas parlamentarios los números no parecen mostrarse del todo favorables.

El apoyo activo a la despenalización del aborto en Argentina ha crecido exponencialmente entre las más jóvenes, hasta las religiosas. Se reconocen católicas, pero reivindican su derecho a tomar sus propias decisiones sobre su sexualidad y cuándo y cómo ser madres.

Una oposición católica moderada

Las declaraciones públicas de la Iglesia frente a esta movilización colectiva han sido bastante moderadas.

En un comunicado oficial del 20 de abril, luego de afirmar claramente la “defensa de toda vida”, la Conferencia Episcopal Argentina sostuvo que “en nuestro ánimo está no condenar a nadie, sino entrar en un diálogo razonable sobre la cuestión de la vida. Hemos hecho poco por la protección de la mujer que atraviesa esta situación”.

Algunos miembros de la jerarquía tomaron una postura más dura. Antes de la votación en la Cámara de Diputados en abril, el obispo de la provincia rural de Tucumán, en la misa el domingo, mencionó por su nombre a cada uno de los diputados de su provincia instándolos a votar en contra de la despenalización. El domingo 8 de julio se celebraron misas masivas “por la vida” en distintas catedrales del país.

Pero el catolicismo es un mundo plural.

En Argentina, caben desde las Católicas por el Derecho a Decidir hasta los grupos ferozmente “pro-life”. La gran mayoría de los católicos, aquí como en otras partes del mundo, reclaman autonomía para sus decisiones personalísimas y muchos se encuentran con sacerdotes – inclusive hasta el Papa, muchas veces – que escuchan y entienden sus demandas.

Una iglesia en evolución

También hay minorías activas en contra de la despenalización del aborto en Argentina, pero los grupos evangélicos han mostrado un mayor poder de movilización en el espacio público que los católicos.

Organizados bajo el símbolo del pañuelo celeste, el lema “Salvemos las dos vidas” y el símbolo de un feto gigante de cartapesta, se han movilizado grupos anti-aborto en las distintas ciudades del país desde el 25 de marzo, declarado Día del Niño por Nacer en los años ‘90.

El movimiento para el aborto legal (lado izquierda) ha sido mucho más visible que la oposición (lado derecha). AP Photo/Jorge Saenz

Las jerarquías eclesiásticas y numerosos sacerdotes y religiosas felicitan a los “católicos que luchan por las dos vidas”. Pero parece que no desean ser asociados a los discursos extremos de estos grupos: la Iglesia no respaldó institucionalmente la manifestación “Salvemos las dos vidas” del 25 de marzo.

En mi análisis, la estrategia de la Iglesia católica frente a la eventual despenalización del aborto en Argentina parece consistir en proclamaciones colectivas públicas marcadas por la prudencia y una relativa libertad de acción hacia abajo.

Y es que en realidad, esta ha sido la aproximación de la Iglesia argentina hacia temas doctrinalmente complicados pero socialmente populares en las últimas décadas, desde la ley del divorcio de 1987 hasta el reconocimiento de derechos para las personas trans.

Así como lo viene haciendo desde hace más de 20 siglos, el catolicismo se adaptará a los cambios de la sociedad para mantener la relevancia en un mundo de evolución constante. Si el aborto se vuelve legal en Argentina el 8 de agosto, la Iglesia se adaptará a esa realidad nueva, también.

Verónica Giménez Béliveau recibe fondos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina, donde trabaja como investigadora.

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