¿Para qué sirven las fronteras?

Los conflictos sobre la vigilancia de la frontera han estallado en gran parte del mundo. La respuesta de las personas depende de las diferentes visiones de qué es lo que las fronteras protegen.

By Michael Blake Published on Jul 30, 2018.
Un grupo de manifestantes, que se opone a que elgobierno de Estados Unidos construya un muro, sostienen un cartel que dice, 'No muros en las fronteras'. AP Photo/Eric Gay

En Estados Unidos, se ha visto recientamente gran indignación por la ahora extinta política de la administración Trump de separar a las familias de inmigrantes en la frontera. Cuatro miembros del consejo asesor de seguridad nacional del presidente renunciaron como protesta, considerando la práctica “moralmente repugnante”.

Conflictos parecidos sobre la vigilancia de las fronteras han surgido en gran parte del mundo.


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En Europa, el gobierno de coalición de la canciller Angela Merkel apenas sobrevivió una controversia sobre cómo lidiar con la oleada continua de refugiados que buscan asilo en Alemania.

La forma en que la gente responde a estas controversias depende de qué es lo que consideran que debe proteger esa frontera.

Las fronteras protegen de los ‘forasteros’

En los últimos años, los expertos han proporcionado diferentes visiones sobre qué es lo que las fronteras protegen.

Un trascendental argumento para asegurar la frontera comienza con la idea de que cada estado se distingue por su carácter nacional, y que las fronteras de cada estado lo protegen de estar importunado por extraños. El país no se limita a un estado, es parte de una nación cultural o étnica. Y muchos piensan que deberían existir garantías de que la migración no perturbe su estatus.

El presidente estadounidense Donald Trump habla durante una mesa redonda sobre la política de inmigración. AP Photo/Evan Vucci

Las críticas del presidente Trump contra la inmigración a Europea parten de esta idea. Él ha declarado de forma categórica que la ola de inmigración hacia Europa podría cambiar de manera permanente su cultura y eso es una “vergüenza”.“

Desde mi punto de vista como experto en política, y teniendo en cuenta que mi labor se enfoca en la moralidad política de la migración, esta concepción supone que la comunidad "real” de un país puede identificarse con una cultura o etnia en particular. Al hacerlo, anuncia de manera implícita que aquellos que no pertenecen a esa mayoría son menos importantes para el estado.

Esta visión se hace eco de las ideas de superioridad racial y religiosa que han causado enorme perjuicio a lo largo de la historia.

El fascismo como ideología comenzó con la idea de que solo ciertos residentes europeos eran los verdaderos herederos de la historia de Europa. El resto fueron considerados intrusos, que estaban reduciendo la grandeza de la civilización europea.

La propiedad del estado

Otro argumento con respecto a la frontera se basa en el concepto de los derechos de propiedad.

El académico Ryan Pevnick ha planteado que el estado y sus instituciones son justa propiedad de aquellos que han trabajado para construir y mantener esas instituciones.

Por lo tanto, pueden negarse a compartir sus instituciones con extraños, de la misma manera que yo puedo negarme a compartir mi hogar con aquellos que no tienen derechos de propiedad sobre él.

También en este tema hay dificultades. Muchas personas que viven en un país determinado pudieran haber hecho muy poco en realidad para construir esa sociedad y sus instituciones. No obstante, eso no implica que no tengan derecho a disfrutar de los beneficios asociados con la ciudadanía.

Pero, como es evidente, hay muchas personas que están fuera del país que realizan grandes esfuerzos para proteger y preservar ese país. Durante la Guerra de Iraq, por ejemplo, algunos iraquíes actuaron como traductores del ejército de Estados Unidos, a costa de un enorme riesgo personal.

Para ser coherentes con este enfoque, esas personas tendrían derecho a cruzar la frontera. En efecto, este hecho fue reconocido tardíamente por la administración Trump. En febrero del 2017, se hizo una excepción a la prohibición de viajar a los traductores iraquíes que habían colaborado con el ejército de EEUU.

La preservación de la democracia

Una alegación final respecto a la frontera refleja la importancia de la democracia. Se cree que la migración generalizada podría socavar la confianza social y la solidaridad —ya que ambas son precondiciones para un autogobierno democrático.

Sobre la base de esta alegación, los migrantes de países sin tradición de democracia podrían no tener conocimiento de las normas democráticas, y ni siquiera un compromiso moral para la preservación de esta.

La frontera entre San Diego, California, y Tijuana, México. http://www.ngb.army.mil

Preocupaciones como estas llevaron a Bélgica a introducir recientemente el requisito de que todos los inmigrantes potenciales que provengan de fuera de Europa deben firmar una “declaración del recién llegado” que indica adherencia a los “valores europeos” —incluidos la igualdad de género y los derechos de los homosexuales.

Sin embargo, el concepto de que algunos forasteros no sean buenos ciudadanos democráticos tiene una larga y deplorable historia.

En algún momento, EEUU excluyeron a personas de nacionalidad china del derecho de obtener ciudadanía por motivos similares. Los políticos estadounidenses argumentaron que la civilización china era incompatible con cualquier forma de gobierno que no fuera “un despotismo imperial”.

Si la democracia es tan importante, quienes la valoran en su justa medida pudieran tener la obligación de utilizar la política de migración para ayudar a las personas a vivir bajo reglas democráticas.

Por ejemplo, el presidente Ronald Reagan argumentó que las fronteras de EEUU deberían estar abiertas a quienes huyen de la opresión soviética. La libertad de EEUU, afirmó en su discurso de despedida, no es inherente solo a este país.

Todo lo contrario, como dijo Reagan, EEUU deberían verse a sí mismos como custodios de la libertad de los extranjeros —una sugerencia que cobra cada día mayor importancia, en la misma medida que el debate estadounidense sobre el tema de las fronteras continúa.

Michael Blake recibe fondos de National Endowment for the Humanities.

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